El ejemplo de la tortuga es utilizado para ilustrar cómo los sentidos no son quienes gobiernan la voluntad del ser sino al contrario. Así como una tortuga retrae los sentidos a voluntad, así mismo el ser de mente absorta en lo trascendental es la dueña de sus sentidos.
Al alma encarnada se la puede alejar del disfrute de los sentidos, aunque el gusto por los objetos de los sentidos aún quede en ella. Pero, al experimentar un gusto superior y dejar por ello semejantes ocupaciones, su conciencia queda fija. 2.59.
Srila Visvanatha Cakravarti Thakura indica en este verso que su función es aclarar que el sólo abandonar el contacto con los objetos de los sentidos no constituye ningún logro. Y para eso da el ejemplo de la persona enferma que se restringe de comer, lo cual no significa que abandone por eso el deseo de comer. Bhaktivinoda Thakur, remarca la necesidad de vincular nuestros deseos con un objeto superior. Las regulaciones pueden servir cuando se carece de inteligencia, pero lo que es realmente efectivo y permanente es el establecer y permanecer en contacto con el aspecto positivo de la realidad espiritual.
Tal contacto dinámico puede darse con Paramatma, el Señor situado en el corazón situado o con Bhagavan Sri Krishna, el Señor Supremo.
Sobre esta dificultad de controlar los sentidos y dedicarlos al Señor como objeto de meditación se insiste en los siguientes dos versos y será un punto en el que se insistirá en el resto del Bhagavad Gita:
¡Oh, Arjuna!, los sentidos son tan fuertes e impetuosos, que incluso arrastran a la fuerza la mente del hombre de buen juicio que se esfuerza por controlarlos. 2.60.
Aquel que restringe los sentidos, manteniéndolos totalmente bajo control, y fija su conciencia en Mí, es conocido como un hombre de inteligencia estable. 2.61.
En contraste con lo anterior se puede tomar el camino contrario y no ir en dirección a la satisfacción interior sino hacia afuera en un proceso descendente de pérdida de todo criterio de acción que se describe de la siguiente manera:
Al contemplar los objetos de los sentidos, en la persona se desarrolla el apego a ellos, de ese apego nace la lujuria, y de la lujuria surge la ira. 2.62.
De la ira surge la ilusión completa, y de la ilusión, la confusión de la memoria. Cuando la memoria se confunde, se pierde la inteligencia, y al perder la inteligencia, uno cae de nuevo al charco material. 2.63.
De manera conclusiva se remarca entonces la necesidad de tomar el camino interior, el cual, como comenta Srila Visvanatha Cakravarti Thakura acerca del siguiente verso, permite utilizar incluso los sentidos pero de forma positiva:
Pero una persona que está libre de todo apego y aversión, y que es capaz de controlar los sentidos por medio de principios que regulan la libertad, puede conseguir toda la misericordia del Señor. 2.64.